Os dejamos aquí unas valiosas reflexiones de una compañera de la Asociación. Gracias, Laura M., por compartirlas.
REFLEXIÓN PARA NORWIN: ¿CREAMOS LAS PERSONAS EL TIEMPO? EL PODER DEL CONTROL
Este tema es uno de los que, cuando empecé a formarme en Mindfulness salió a colación. El poder del control y los problemas que genera. Parece que cuanto más avanza la sociedad, más enfermedades mentales o malestar hay en la sociedad. En una sociedad en la que tenemos más calidad de vida, parece aumentar el número de enfermedades y la cantidad de malestar. Gracias al concepto de la aceptación, me he dado cuenta de que nuestro grado de aceptación y adaptación en la vida, dependen, en gran parte, del grado de control que tenemos o creemos tener sobre algo. A mayor control, parece haber mayor bienestar, mayor sensación de dominio y felicidad. A mayor control y conocimiento, más se pueden controlar aquellos frentes que pueden hacernos sufrir (control del peso y talla de nuestros cuerpos que genera cánones y complejo, control de nuestras agendas con aplicaciones llevando al estrés en lugar de a la eficiencia, control de enfermedades pudiendo consultar Internet…) Está claro que el control es bueno en según qué ámbitos, pero es un arma de doble filo, porque cuando algo escapa de nuestras manos, no lo entendemos, o no podemos influir en el, nos cuesta aceptarlo, sufrimos y nos confrontamos con el problema. ¿Cómo voy a engordar si he tratado de controlar mi dieta al máximo? Pues, por ejemplo, esto puede estar pasándote porque la dieta te ha creado un efecto rebote que no conocías, o te ha producido tanta ansiedad ese control que ha acabado dándose la vuelta a la tortilla.
Esto creo que ha creado un círculo vicioso, en el que intentamos tener control de muchas cosas (de la comunicación a través de internet, por ejemplo, de la vida de otros a través de aplicaciones como Whatsapp)… y no nos damos cuenta pero genera ansiedad porque no es natural. Las cosas, en la vida, son como son, y hay que aceptarlas para poder actuar en consecuencia según lo que creamos es mejor, sin añadir sufrimiento añadido o el estrés de tratar de controlar. Porque, en caso de que algo no salga como queremos o escape de nuestras manos, vamos a sufrir. Hay cosas que no podemos controlar: un atasco, la muerte de alguien, la mala conducta de alguien, las enfermedades… pero lo que podemos tratar de cambiar es la aceptación de los problemas, porque solo así podremos valorar las posibilidades que tenemos para encontrarnos mejor, encontrar una solución, o simplemente seguir adelante. Con el tiempo pasa un poco lo mismo. Tratamos de controlarlo al máximo, un semáforo nos produce estrés y nos parece eterno mientras que un encuentro con alguien a quien queremos por la calle de la misma duración nos parece efímero y tenemos ganas de más. Parece que las personas creamos el tiempo, la percepción de cada uno es diferente, y tenemos también una manía obsesa en controlarlo, creyendo que hay que exprimirlo al máximo, hacer siempre algo, para hacer que cuente.
Como profesora de niños y posible ayudante de otras personas en asociaciones o conferencias, quiero coger ese concepto de la aceptación para luchar contra el control, el cual provoca las obsesiones. Al igual que yo tengo que aprenderlo, potenciarlo y trabajarlo, quiero enseñar a que no tener el control y aceptar no es sinónimo de malestar, si no sinónimo de perspectiva y bienestar. A que aceptar o no controlar algo no implica que estés de acuerdo o te resignes, o que seas descuidado y nada te importe. Implica que aceptas las cosas tal y como vienen y, si tienen solución, vas a poder enfocarte en ellas de la mejor manera posible. En cambio, si tratas de controlar todo, esto te llevará a confrontarte con todo problema que te surja, llamando a la puerta de la ansiedad, la depresión y el sufrimiento. El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional, y yo creo que va muy ligado al control. Tenemos que ser más flexibles, vivir más el momento, aceptar las cosas como vienen, etcétera.
En el caso del TOC lo veo muy aplicable. Creo que es clave el aceptar lo que pasa, entender lo que sucede sin llegar uno a machacarse. Sólo aceptando el problema y reconociéndolo, podremos elegir una terapia, ponernos en manos de un especialista y desarrollar la terapia de la mejor manera posible.