Reflexiones en días señalados

(Reflexiones de Laura Martínez, socia de TOC Zaragoza)

El día 10 de octubre, cada año, todo el mundo conmemoramos, celebramos y recordamos (cualquier sinónimo de estos términos es válido), el Día Mundial de la Salud Mental. A través de este día, se busca visibilizar la importancia de gozar de salud mental para poder construir nuestra vida de manera plena y satisfactoria.

                Ayer me encontraba navegando durante mi café mañanero en redes sociales, y no dejaba de sorprenderme (para bien, digamos en un 99,9999 período %), de la cantidad de gente que contaba sus experiencias con algunos de esos pequeños monstruos que nos atormentan a más de uno y de una. Personas que daban su testimonio a cerca de la ansiedad, la depresión, el TOC, el trastorno bipolar, el trastorno de estrés-postraumático, el trastorno límite de personalidad o la esquizofrenia (no me malinterpreten, podría pegarme, y bien lo saben los facultativos y expertos, horas y horas citando patologías). Lo curioso, bonito y realmente llamativo de todo esto es que todas las personas, famosas, anónimas, sin importar la edad, hablaban de algo en común: ACUDIR A TERAPIA, PEDIR AYUDA, APOYARSE Y RECONOCER. Como afectada TOC, lógicamente, no pude menos que aplaudir. Llegué incluso a compartir en mis propias redes sociales algunos de estos testimonios y consejos, ya que una no estaba inspirada y no encontraba las palabras adecuadas para escribir.

                Qué importante es acudir a terapia, cómo puede salvar una vida y qué valiente es reconocer nuestras debilidades y darnos permiso para sentir, sea ese sentimiento bueno o malo. No se puede generalizar, ni siquiera dentro de un mismo trastorno, cuáles son los mejores métodos o “trucos terapéuticos” para ayudarnos a gestionar mejor a esos pequeños monstruos que viven dentro de nosotr@s. Lo que es bueno para alguien, puede no ser útil para otras personas, es por ello que acudir a terapia y que dicha persona nos asesore será fundamental (con cuidado, que no todo vale, por supuesto). Los estudios y los artículos no son buenos amigos de las excepciones, y bien es sabido que cada persona es única en sus sueños, ambiciones, y también en el número de dientes y el tipo de garras que tienen sus monstruos. Lo que sí puedo afirmar, y todos debemos gritar bien alto, es que hay que pedir ayuda. Que debemos permitirnos estar mal y que reconocer nuestras debilidades nos hace crecer y todavía más fuertes. Que tropezaremos, caeremos, que habrá que volver a empezar mil veces, pero que hay un camino que es el correcto, y es el de la ayuda y el apoyo. Eso que dicen de “sólo llegarás más rápido pero acompañado llegarás más lejos” en el caso de la salud mental tiene matices: sólo es muy difícil que llegues, acompañado llegarás más lejos y más rápido.

                Asociaciones como la nuestra tenemos que remar para visibilizar y, sobre todo, normalizar. Normalizar que las personas que padecemos un trastorno o afección mental tenemos nuestra vida, nuestras ocupaciones, nuestra familia, nuestras ilusiones, nuestros miedos… En definitiva, somos un@ más en esta sociedad. No somos nuestro problema, éste sólo es una parte más del constructo de lo que somos. Nuestra vida no es lo que padecemos, no necesitamos ninguna etiqueta. Por mi parte, siempre estaré en el barco de los que reman por visibilizar, por normalizar, por ofrecer esperanza, porque la hay, vaya si la hay. Soy bastante enemiga de los mensajes ultra mega optimistas y soy fan del realismo, así que me hago totalmente responsable de la veracidad de mis palabras. Si estás leyendo esto y estás ahora mismo en un pozo, creyendo que no hay nada que hacer, déjame decirte algo: no estás solo, no estás sola, el mundo no puede permitirse perder a alguien como tú y todo lo que puedes aportar. Costará, pero te prometo que, si te dejas aconsejar y te apoyas en aquellas personas que te entiendan, conseguirás aprender a vivir con tus monstruos.

Laura Martínez